Tanto las empresas como en el caso de las personas, el 80% de los propósitos que la mayoría nos planteamos cada fin e inicio de año, se desinflan a los pocos días.

Las causas del incumplimiento de estos objetivos, según Agustín Peralt, experto en efectividad personal que ayuda a directivos de organizaciones y a emprendedores, es: primero, que son objetivos planteados de una manera vaga y, segundo, la falta de un método.

Peralt creo el método FASE, plasmado en su libro ‘Lidérate’, en el que resume el itinerario a seguir para cumplir con los nuevos propósitos.

La herramienta fundamental para el ejercicio de reflexión es tan sencilla como una lapicera y un papel. Los objetivos deberán plasmarse de manera clara con un plan de acciones sencillas para conseguirlo. Una vez tengamos de forma muy concreta y sencilla el objetivo a alcanzar, el plan se estructura a corto, medio y largo plazo partiendo de lo particular a lo colectivo.

Y señala 6 puntos a tener en cuenta de cara a la efectividad:

  1. Gestionar las energías físicas, cognitivas y emocionales: de nada sirve ganar tiempo si faltan energías.
  2. No falta tiempo, sobran distracciones: saber identificar todo aquello que nos distrae y nos roba la energía necesaria para el desempeño de las tareas más importantes, tales como el celular, las redes sociales, el internet, entre otras, diseñados generalmente para captar nuestra atención.
  3. Saber priorizar: detallar en la agenda las tareas prioritarias de cada día y empezar por ellas para no procrastinar.
  4. Planificá la semana con detalle para asegurarte de que vas cumpliendo las tareas que, a su vez, deberán estar alineadas a los planes del mes.
  5. Lo mismo, pero a diario: las prioridades se delimitan a diario aplicando la disciplina necesaria para su cumplimiento, lo que conlleva a aprender a decir No la mayoría de esos imprevistos que suelen robarnos el tiempo.
  6. El ejercicio de responsabilidad compartida: para que todo el esfuerzo individual descrito hasta el momento, trascienda a la organización, se debe hacer un ejercicio de responsabilidad compartida en el que participen todos los integrantes de la compañía y se evalúe si de verdad se están encaminando al logro de lo verdaderamente importante conforme el plan trazado. En el supuesto de que la respuesta sea negativa, habrá que revisar de nuevo plan, corregirlo o iterarlo.

En el fondo, todo es un problema de hábitos y de actitud. El peso de los hábitos es tan poderoso que muchos acaban definiendo su personalidad en función de ellos. Trabajar en desterrar todos aquellos que no nos aportan nada positivo y sustituirlos por los que sí, nos proporcionará la energía necesaria para afrontar los desafíos.

Fuente: Revista Emprendedores